Almagro atraviesa una tormenta.
Comenzó hace 15 días, y parece no detenerse.
Tras un recomienzo de campeonato para ilusionarse, fueron sucediendo hechos que modificaron la realidad.
Cuando todos hacíamos cuentas respecto a los de arriba, llegó el empate de local con Barracas Central, cero a cero.
Era el 21 de febrero pasado, cuando todos nos sorprendimos con la renuncia inesperada de Mario Finarolli, tras una supuesta “apretada” a la salida de la cancha.
A partir de allí todo fue de mal en peor.
La CD reaccionó inmediatamente nombrando como DT a Diego Tripodi, un joven sin experiencia en primera pero con un apellido ilustre para la vida social de nuestro querido Club.
El golpe de efecto fue instantáneo, todos deseándole lo mejor a uno de los nuestros que llegaba a ese lugar.
Comparado incluso con otras experiencias exitosas a cargo de profesionales sin tanto nombre pero con mucha identificación con el Club.
De hecho en su debut se lo vio muy bien al equipo, aunque la noticia que prevaleció tras el empate en Adrogué, fue otra y estuvo vinculada a una agresión a un ex presidente de la institución.
Una semana de acusaciones cruzadas en las que se discutía sobre la presencia o nó en la escena de un dirigente actual, y la utilización política de este hecho por parte de algunos que aprovecharon y bajo la excusa de “solidarizarse” se manifestaban llevando agua para sus molinos.
Para colmo todo esto previo al clásico.
Llegó el sábado, y las cosas no salieron bien dentro de la cancha.
Fuimos superados claramente, y todo el color que la gente le puso a la tarde no alcanzó para dar vuelta la historia.
Y más discusiones en la platea, que casi llegan a los puños.
Nada de gran relevancia se debatía, pero el clima general empeoraba todo.
La expulsión de Farías, algún reclamo hacia el jugador, una respuesta de otro hincha que se molestaba por la critica, la falta de intervención de la seguridad privada generó que otro socio recriminara su pasividad, el comentario en voz alta de un ex dirigente al respecto, el pedido de explicaciones sobre su comentario de un dirigente actual, otros que separaban, forcejeos…
Nada señores…
No pasó nada importante, pero el clima general estaba alterado, como desde hace un tiempo.
Justo entonces comenzaron a escucharse tiros de la policía que venían desde la calle, el cuarto gol, el final del partido, la tristeza...
No está bien lo que está sucediendo, y mucho peor es que algunos hagan leña del árbol caído.
El presidente sabe que tiene en sus manos el poder para calmar las aguas e intentar retomar el rumbo que teníamos hace quince días nomás.