martes, 9 de julio de 2013

TRITURANDO IDOLOS

Osvaldo Chiche Sosa nos compartió una anécdota deliciosa.
En su partido debut en primera en 1966 jugando para Argentinos Juniors, tras ser transferido de Almagro, en la cancha había más hinchas del tricolor que de los de Paternal.

Pasados más de 45 años ese recuerdo lo seguía emocionando.
Trasladando esa historia al presente nos preguntamos: ¿Cuál sería el jugador al que irías a ver jugando para otro equipo?
En nuestro Club, los ídolos se encuentran segmentados por edades.
Ante la misma pregunta, la respuesta dependerá de los años que tenga el interrogado.
Humberto Juan “Reca” Recanatini, Enrique “Beethoven” Planisi, Luis Geronimo “Peludo” Gigliani, Luciano Martín “Lele” Figueroa, Hector Daniel “Laucha” Santillán, Carlos Alberto “Beto” Yaque…
Este fenómeno puede asociarse, más allá de una cuestión lógica de contemporaneidad, a la inexistencia de una figura que aglutine la admiración de los hinchas.
Ahora bien: ¿Por qué no existe ese ídolo que se imponga por sobre el resto?.
Podríamos pensar que ese vacío es producto de que ningún jugador logró en más de 100 años de historia en ganarse el amor de los almagrenses.
Pero también debemos revisar que hicimos institucionalmente para que entre los mejores no hayamos podido generar el marco apropiado para el nacimiento del ídolo.
La falta de impulso revisionista, los pocos homenajes que se realizan a los que dieron mucho por la institución y que no continúen ligados al Club los ex jugadores destacados, son algunas de las causas.
Las peleas internas, el conventillo, la disputa política coyuntural hace que en muchas ocasiones nos caguemos en nuestra propia historia.
Así pues , sin memoria nos damos el lujo de erosionar la figura de los nuestros grandes.
Entonces le decimos traidor a Pascutti porque gritó un gol y nos olvidamos de la cantidad de veces que cantamos “de la mano del Beto”, dudamos de la honestidad del Beto Yaque porque alguien difundió una versión y hasta cuelgan un “trapo” para difamarlo, inventamos “idas a menos” de Tomaro para dañar la imagen de su hija, puteamos a Bernacchia olvidando Tres Arroyos, denostamos a Pusineri por elegir a Platense para retirarse y nos quedan los Maciel, el "Loco" Centurión, Córdoba, Rapa, “Pancho” Juarez, Grosso, Tonelotto, Mazariche, Horvath, Catalán, Rivero, Sinisterra (y sigue la lista) a los que solo tal vez se los invita a algún festejo o los recordamos en plena intimidad...
Acá es cuando concluimos en lo importante que resultan las formas, para estos casos.
Para neutralizar a aquellos descreídos eternos que siempre ven fantasmas, y hablan de camarillas, extorsiones, relaciones indebidas y pases de factura.
Para evitar a que ese ánimo se expanda hay que ser inteligentes.
Más allá de lo “que hacés”, importa “como lo hacés”.
La no renovación de Diego Figueroa tiene que ver con esto.
Es válida la decisión del DT y la posición de la dirigencia al respecto, pero es muy importante la manera en la que se dialoga, informa y comunica semejante decisión.
Si se hace mal, nos sale caro y nos daña la imagen interna y externa, afectando nuestra identidad.
No vamos a incluir en estas líneas, aunque estamos tentados, a otro caso que se está resolviendo en estas horas para no interferir, pero allí también será importante estudiar que se hace, como se hace, que se dice y como se dice.
Día a día construimos o destruimos según como procedemos.
Así vamos escribiendo nuestra historia, protagonizada por hombres.
Nuestros hombres: futbolistas, técnicos, dirigentes, socios, hinchas.
La no existencia de ídolos y notables es culpa nuestra.
Actuemos en consecuencia si queremos cambiarlo.