En su partido debut en primera en 1966 jugando para Argentinos Juniors, tras ser transferido de Almagro, en la cancha había más hinchas del tricolor que de los de Paternal.
Trasladando esa historia al
presente nos preguntamos: ¿Cuál sería el jugador al que irías a ver jugando
para otro equipo?
En nuestro Club, los
ídolos se encuentran segmentados por edades.
Ante la misma pregunta, la respuesta
dependerá de los años que tenga el interrogado.

Este fenómeno puede asociarse,
más allá de una cuestión lógica de contemporaneidad, a la inexistencia de una
figura que aglutine la admiración de los hinchas.
Podríamos pensar que ese vacío es producto de que ningún jugador logró en más de 100 años de historia en
ganarse el amor de los almagrenses.
Pero también debemos revisar
que hicimos institucionalmente para que entre los mejores no hayamos podido
generar el marco apropiado para el nacimiento del ídolo.

Las peleas internas, el
conventillo, la disputa política coyuntural hace que en muchas ocasiones nos
caguemos en nuestra propia historia.
Así pues , sin memoria nos
damos el lujo de erosionar la figura de los nuestros grandes.

Acá es cuando concluimos en lo
importante que resultan las formas, para estos casos.

Para evitar a que ese ánimo se
expanda hay que ser inteligentes.
Más allá de lo “que hacés”,
importa “como lo hacés”.
La no renovación de Diego
Figueroa tiene que ver con esto.
Es válida la decisión del DT y
la posición de la dirigencia al respecto, pero es muy importante la manera en
la que se dialoga, informa y comunica semejante decisión.
Si se hace mal, nos sale caro y
nos daña la imagen interna y externa, afectando nuestra identidad.

Día a día construimos o
destruimos según como procedemos.
Así vamos escribiendo nuestra
historia, protagonizada por hombres.
Nuestros hombres: futbolistas,
técnicos, dirigentes, socios, hinchas.
La no existencia de ídolos y
notables es culpa nuestra.
Actuemos en consecuencia si
queremos cambiarlo.