Los rostros en el entretiempo lo decían todo.
Casi nadie se quedó sentado, y la interacción de los socios, presentes en el Tres de Febrero, era pura catarsis.
Rumbo al baño, estirando las piernas, o buscando una una mejor posición para el segundo tiempo la gente se cruzaba buscando una explicación al mal momento.
Pero "viva el fútbol", llegó ese tiro libre mágico, "maradoneano o figuerodiano", que nos sacó la mufa, nos recordó que estamos vivos y nos permitió volver a sentirnos fuertes de local y nos impulsó a que minutos más tarde llegara el gol del triunfo tras una jugada asociada y sincronismo perfecto.
¿Pueden dos golazos cambiar las caras, borrar muecas de angustia y dibujar sonrisas?
Si, eso fue lo que sucedió.
Nadie dejó de pensar que será un campeonato difícil para Almagro, pero salir de la derrota, cambia la tendencia y permite arrancar la semana con otra perspectiva.
Suma además el efecto positivo que se desprende tras haber dado vuelta un resultado.
Si Cháves sigue así será inevitablemente titular, y si la sociedad con Compagnuchi crece, si Piovi se hace sólido en esta nueva posición para Almagro, pero que fue siempre su lugar natural (5 y no 8), si Mati Ruiz Sosa logra continuidad y mantiene el nivel, si todo eso sucede podremos estar más tranquilos.
Mas allá de que las dos derrotas iniciales pudieron ser empates y el factor suerte nos jugó en contra, el nivel futbolístico fue muy bajo y preocupante.
El sábado se ganó, pero lo más importante fue que en el complemento el equipo apareció y eso nos cambió la cara.
Ojalá la sonrisa se pueda extender.