Esta aventura se pone cada vez más divertida para el pueblo almagrense.
Sobresale felicidad, aunque el sentimiento que predomina es la extrañeza.
Parecemos “nuevos ricos” intentando descifrar códigos de nobleza, sin lograrlo.
Para colmo ratificamos con Talleres que lo de Boca no fue casualidad y el destino se encapricha con duplicarnos la apuesta: River (el mejor de los mejores, según el establishment del Fobal local).
Descubrimos que esto de jugar en canchas raras, ganarle a los gigantes, ser tendencia en Twitter, multiplicar centímetros en diarios y minutos en TV tiene su encanto.
¿Sabes porque nos felicitan todos?
Porque quebramos la lógica: porque las revoluciones sensibilizan, porque las epopeyas emocionan y porque, aunque sea por un ratito, el injusto desequilibrio se ve menos desequilibrado.
Cuando la pelota toca la red, además de convertir un gol para Almagro, nos cagamos en el poder y nos reímos de los putos amos en sus propias caras.
Ahora bien: no somos esto que todos ven de nosotros en estos días.
Somos mucho mejores, aunque les cuente entenderlo.
El tema es que este baile nos gustó...
Y ahora queremos todo.