Almagro empató 1 a 1 frente a Alvarado en su visita a Mar del Plata, en un partido que comenzó ganando con un golazo de Quiroga a los dos minutos de juego, pero que no pudo sostener y en complemento se lo empataron mediante un cabezazo débil que se metió en el palo derecho de González.
Otra vez fue un zapatazo.
No cerca del final sino en el comienzo.
Un disparo desde lejos que se convierte en gol para dejar Almagro en ventaja.
La diferencia con el partido pasado es que impacta en lo emocional de manera muy diferente.
Ganar un partido con un gol en el final puede disimular todo lo que pasó antes de la conquista.
Ahora bien, si como hoy después de haber convertido el gol no lográs generar juego, evitar que te ataquen, perdés el control de la pelota, retrocedés todas tus líneas en el campo, y prácticamente no volvés a patear al arco, provoca que cuando te empatan cerca del final permanezca la sensación subrayada de todo lo mal que hiciste en el partido.
Y queda la bronca, porque pudo haberlo ganado, más que nada por el bajo nivel del local, un equipo sin muchos recursos que seguramente quedará en los últimos puestos del campeonato. Por eso da bronca no haber ganado hoy, aún de manera injusta, ya que podría haber sido una gran oportunidad de encarar la semana previa al partido con All Boys de otra manera.
Hoy el equipo volvió a mostrar muchas falencias, especialmente en los marcadores de punta, con un mediocampo intermitente que desaparece con el transitar de los minutos y con mucho desorden en el ataque.
Es cierto que se observa una mejora en lo actitudinal, pero eso no alcanza.
Almagro sigue sin aparecer cuando van 6 fechas disputadas, y eso es grave.